[Publicación Nº 28]
[Por: Jimena Segura]
[Tomado de la página de Facebook de la autora.]
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Decidí escribir algunas palabras sobre la
crisis actual del partido que en realidad vino a explicar algunos alertas que
ya se me habían disparado frente a diferentes experiencias. No solo no me es
indiferente el PO sino que tampoco lo son muchos de los militantes, y
simpatizantes, que personalmente aprecio mucho, respeto y algunos con los que
comparto aun hoy una cantidad de vivencias personales, laborales y de
compañerismo. Pero esencialmente escribo porque lo que ocurre en el partido no
compete sólo a sus internos sino al conjunto de los trabajadores. Se trata de
la discusión sobre la orientación de la dirección de un partido obrero, de la
vanguardia de los movimientos de lucha, por tanto no es un ente ajeno sino que
es un legado histórico construido por una clase. Y particularmente para los que
participamos en algún momento de su construcción, y seguimos interactuando con
esta organización a través de diferentes acciones, urge también intervenir en
este sentido porque esas acciones como actividades, aportes, orientaciones para
intervenir en ciertos conflictos, es el producto de estar convencidos de la
necesidad de una organización que apunte a la transformación del modo de producción
por parte de los trabajadores. Desde esta necesidad y conciencia, intento ser
honestamente objetiva en mis apreciaciones sin ánimo de alimentar
susceptibilidades individuales.
No comparto la idea de que se trate de una
pelea de personalismos y egos, aunque éstos puedan aparecer en medio de la
polémica, sino que creo que se encuentra una contraposición más profunda sobre
cuál debiera ser el rol de un partido obrero y marxista, especialmente luego de
leer el documento presentado por el CC.
El legado de Marx propone construir una guía
para la acción de la clase obrera sobre la base de hacer consciente el carácter
de su explotación. La conciencia de la necesidad como primer paso a la libertad
de la clase oprimida es lo que potencia su acción revolucionaria. No se trata
entonces de construir una simple “organización de combate”, sino que se trata
de que el combate tenga una teoría revolucionaria que lo sustente en términos
científicos, que devele la necesidad objetiva contra la postura moralista del
socialismo utópico. Por eso uno de los principales objetivos del marxismo es
exponer las contradicciones del sistema capitalista y de cómo estas
contradicciones se manifiestan en cada lugar y período en particular, y por
tanto determinan las condiciones necesarias para su transformación mediante la
acción más potente. Lo que un partido marxista tiene hoy como rol histórico es
denunciar y combatir contra las manifestaciones de la crisis que son las que en
definitiva demuestran el obstáculo al desarrollo de las fuerzas productivas que
impone la propiedad privada sobre los medios de producción. Si un partido
obrero no aspira a que la lucha de clases exponga la contradicción entre un
sistema productivo y la potencia de la reproducción del metabolismo humano a la
que llega cierto nivel del desarrollo de las fuerzas productivas, se transforma
en una organización que deriva en luchismo, sindicalismo, y es esta la crítica
que entiendo que se encuentra en el eje de la discusión. Contraponer un partido
de combate con uno de propaganda es perverso en tanto que desde la postura de
la fracción no se apunta a desligarse de una acción combativa.
La versión de una organización de combate, de
lucha pura, lamentablemente comienza a vislumbrarse en otras organizaciones
donde interviene el partido. Y es por eso que traigo a colación lo que en el
documento presentado afirma de que ex militantes reprodujeron ataques
gravísimos en la Asamblea de AGD cuando lo que se cuestionó es la firma de la
paritaria por un 16% escalonado con cláusula gatillo en septiembre, lo que
había sido anteriormente rechazado con la diferencia que ahora se podía
negociar las 1000 rentas para los ad-honorem. Discutí con varios compañeros
sobre este tema y sigo pensando lo mismo, incluso habiendo recibido como respuesta
una visión honesta sobre la situación por parte de ellos. Pero destaco lo que
me pareció más grave, que es la acusación a los que cuestionaron la firma de la
paritaria por no haber ido antes a una asamblea, por no haber participado de
una marcha, por ser fundidos pequeñoburgueses o encubridores de abusadores, y
por tanto no comprender el estado de reflujo del movimiento docente. Por eso la
postura luchista, sindicalista, que yo percibo que reapareció acá en el gremio,
viene necesariamente de la mano de un diagnóstico de reflujo y desmoralización,
y que a veces por tanto apela a la descalificación personal -justificada desde
una autoridad de lucha- para silenciar el desarrollo de una postura
crítica. En el partido que yo me formé celebrábamos que más gente
interviniera, que se sumara al debate, a la crítica y por supuesto a la acción.
Esta caracterización no significa que no se reconozca y valore los que luchan,
los que le ponen el cuerpo, y claramente la dirección de un gremio debe ser
integrada por los más involucrados en esa pelea, pero esa pelea tiene que tener
un diagnóstico y orientación determinada. Con la lucha y el combate no basta
para construir el socialismo.
Por esto me alarma la sentencia en el
documento del CC de que “Los grupos propagandistas hacen gala de rasgos
acentuadamente pacifistas, pues reducen su actividad a ´explicar la crisis´
como si el único obstáculo que las masas tienen es su grado de conciencia,
omitiendo la opresión física que la clase obrera vive todos los días en las fábricas
y más en general en la sociedad. La comprensión de la clase obrera de la
situación que enfrenta, o sea su pasaje de clase en sí a clase para sí, no es
un hecho intelectual sino de luchas y de organización, que finalmente
condicionan su capacidad de comprensión política” ¿qué significa tal
declamación? Sin meterme en que la acusación de pacifistas no parece tener
asidero alguno, explicar la crisis no es un episodio más, entender que en la
libertad del trabajo asalariado se encuentra una mayor forma de enajenación del
trabajo, y que ésta enajenación se exacerba en épocas de crisis, es el
fundamento de toda acción revolucionaria. Esto no significa devenir en un
academicismo abstracto, de café, sino de interpretar las necesidades de las
masas como parte de esta dinámica. Si no, aparece una distinción más bien
lineal, formal, entre conciencia y existencia, entre proceso intelectual y
proceso de organización. Es la unidad de estos dos momentos lo que construye la
necesidad de un partido obrero revolucionario, y no su diferenciación como si
fuesen caminos que se recorren por separado. De la simple lucha no surge la
conciencia para sí de la clase obrera, de esta forma toda la teoría marxista
habría que tirarla al tacho de basura. De la lucha pueden surgir distintas
vertientes, como el tradeunionismo, el cartismo y éstas en sus versiones más
aggiornadas. En cambio del análisis marxista de la lucha de clases, surge la
clase en sí y para sí, porque sólo desde ese desarrollo metodológico surge la
conclusión de que la lucha de clases como tal es la lucha obrera y socialista.
Por tanto a la luz de cómo se está desenvolviendo esta interna, resaltar que
hay que armar una organización de combate vs. uno de propaganda, no me parece
que es una acusación de ultraizquierdismo sino más bien un encubrimiento del
abandono a los métodos marxistas en la construcción de un partido.
Es desde este lugar es que el PO reivindicó al
piquete como herramienta de lucha de los trabajadores, ya no sólo como lucha
contra la patronal sino contra el propio estado capitalista, desde este lugar
la FUBA se hizo piquetera, luchando contra el ajuste del gobierno en educación
a la que nos tenía confinados la burocracia estudiantil. Elevando el reclamo y
la organización en torno a la lucha contra el capital, haciéndonos eco de una
necesidad y reorientándola.
Justamente como para nadie es que hay “una
relación mecánica entre la bancarrota capitalista y la irrupción de las masas”
es que se presenta una disputa por la orientación política que deba tener el partido.
La crisis capitalista hoy
El capital objetivamente no tiene otra opción
que en épocas en que se exacerba la competencia mundial apropiarse más de ese
trabajo. Los mecanismos que tienen hoy los capitales para hacerlo mediante la
precarización del empleo, también desde la política económica apelan a las
herramientas que permiten tironear entre ellos en la apropiación del mayor
plusvalor extraído. La suba de tasas de interés para acaparar a nivel nacional
los flujos internacionales de capitales, la mayor carga impositiva sobre los
trabajadores, la guerra de monedas que implican procesos de devaluación e
inflación, de conjunto presentan un límite a la propia acumulación capitalista
y por tanto deben aplicar su inverso: baja de tasas para reactivar, baja de
impuestos para permitir la concentración de los capitales, apreciación de la
moneda para no sobrendeudarse. Es en este sentido en que la burguesía no puede
encarar ninguna estrategia de transformación actual que permita superar este
sistema. No puede hacerlo en cuanto a la variante política propuesta porque
tampoco tiene un realineamiento económico detrás del cual poder encolumnarse,
como pudiera haber ocurrido en otros períodos. “Neoliberalismo vs
progresismo”, “productivismo vs financiarización de la economía”, son opciones
enajenadas para la clase trabajadora que al mejor estilo ballotage pretenden
ofrecer opción cuando no la hay. Total vigencia tiene el artículo que escribió
Rieznik en los ’90 en la EDM donde cuestionaba al neoliberalismo como un modelo
económico. Las variantes políticas que se presentan actualmente no sólo a nivel
local sino en muchos países presentan un cambalache de candidatos que expresa
las dificultades que encuentra hoy la burguesía en su frustrada intentona de
imponer una polarización ficticia al mejor estilo yanqui. El capital no logra
definitivamente salvarse a sí mismo.
Cuando luego de la caída del Muro el conjunto
de la izquierda salió a marcar la derrota, la desmoralización obstaculizó esta
potencia revolucionaria por parte de los partidos obreros que se vieron
cooptados al salvataje del capital. La incorporación de la URSS y de China al
mercado mundial logró desagotar por el momento la crisis aunque profundizándola
mediante el avance en los procesos de ajuste y opresión, y la izquierda
derrotada no logró ella hacer avanzar ni un ápice las conquistas obreras. Se
adaptó al parlamentarismo a nivel mundial. Abandonó el único rol histórico que
merece tener. Esto es lo que se alerta que puede desarrollarse en un futuro a
partir de este tipo de análisis. Los que gracias a la opción democratizante
lograron avanzar en términos de poder democrático, pueden llegar a
presidencias, pero lo hicieron mediante el abandono de las consignas de clase
como el PT de Lula, y ahí está ese PT, y ese Lula, y esa clase obrera brasilera
que hoy sale a la calle sin tener al PT como vanguardia de nada sino más bien a
sus dirigentes en el banquillo de los acusados.
Por eso cuando hablando con compañeros me
dijeron que mirara el balance de Córdoba por lo vergonzoso de lo escrito por
JA, me encontré sin embargo con este mismo trasfondo en el balance del comité
de Córdoba en que concluía que el retroceso del FIT vino de la mano de un voto
masivo a Schiaretti a partir del “avance del rasgo conservador de las masas”.
El tinte derrotista me lo encontré esa misma semana charlando con militantes de
diferentes regionales que aludían a que la gente “no nos quiere”, que “las
masas son democratizantes”, y por supuesto al reflujo.
Por eso me animo a decir, que no creo que sea
coincidencia que esto sucede también en lo que pueda ser una época bisagra de
la crisis capitalista mundial, porque esas contradicciones en la actualidad
tienen su particularidad especialmente a partir de la crisis financiera de
2008, lo que repercutió en el mundo, y en la economía y política local de
manera directa con la salida de dólares del país, lo que devino en ese momento
en la realineación burguesa tras el kirchnerismo con la disputa con el campo
por un lado, y el avance del ajuste por el otro con la inflación, tope a las
paritarias, negociación con los organismos de crédito y el inicio de los
tarifazos. El proceso de desregulación financiera mundial que se viene
profundizando luego de la derrota de la “regulación bancaria” postcrisis,
encuentra a China como un jugador financiero de peso en el escenario
internacional, que apuesta al reforzamiento de su reapertura al capital
financiero, y, sin embargo la crisis no permite que esta apertura prospere.
Contradicciones que lleva a crisis hacia el interior de China y de mayor
explotación de sus trabajadores y del resto de los países asiáticos. Es un
período en que el FMI convirtió al yuan en divisa y sin embargo los capitales
se refugian en el dólar, en que la tensión comercial entre China y los EEUU debe
ser permanentemente contenida por sus propios protagonistas, en que la pelea
por los paraísos fiscales que explotó con los Panama Papers se transforma en
una lucha de acaparamiento del dinero en negro mundial. Esto de manera conjunta
y contradictoria se da con el avance de medidas proteccionistas que pretenden
ser un manotazo de ahogado que da lugar a posturas que visualizan una tendencia
a la derechización y al ascenso de regímenes más nacionalistas o chovinistas en
diversas partes del globo. Aunque esto requiera de un debate para ser
profundizado, no es casual que este escenario vuelva a encontrar tendencias más
desmoralizadas o demagogas frente a las elecciones en la izquierda.
Por eso tampoco es un problema esencialmente
“fondomonetarista”, menos aún luego de que el kirchnerismo haya hecho bandera
de que se sacaron al FMI de encima mientras endeudaban a la Anses, ponían en
rojo al Banco Central y pagaban religiosamente la deuda no sólo con el FMI sino
con el Club de París y reemplazaban parte de ella con deuda china. Es una etapa
en que el capital financiero pasa a la ofensiva con las contradicciones a las
que esto le conlleva. Por eso la bancarrota capitalista debe ser tomada de
manera contradictoria, si no los vaivenes del capital no pueden ser comprendidos.
Cuando se habla de “electoralista” o
“democratizante” no debiera esto por tanto interpretarse como una acusación de
la inacción, porque de esta manera inevitablemente esta crítica se lo tomará
como algo ofensivo. Lo digo porque veo que como respuesta aparecen los “1200
fiscales obtenidos” en Córdoba, la dura militancia llevada a cabo en la campaña
y demás, siendo que la crítica apunta a la orientación de la dirección que
tiene toda esa acción puesta en marcha, y de justamente cómo toda esa acción puede
resultar en frustración para la militancia sin ese contenido. Y cuando veo este
cuadro, y me explican que no se llevó adelante la consigna “Fuera Macri” porque
confluía con el kirchnerismo, la comprensión del escenario en que se da el
debate, se esclarece cada vez más. Se trata de ser la vanguardia política, se
nos pegue quien se nos pegue, mostrar que se tiene la suficiente competencia
para encabezarla, dando nombre en la consigna a la personificación máxima que
tiene esa crisis hoy.
Cuando el PO pasó las PASO con el famoso “un
milagro para Altamira” justamente lo hizo denunciando lo proscriptivo que
resultaban las PASO y la reforma electoral, de hecho de ahí surge la idea de
“milagro”; sin embargo luego de pasarlas, nunca más se hizo mención a esta cuestión,
y mucho menos al rol que tiene el momento electoral respecto de crear un
distraccionismo a las posibilidades genuinas de transformación que tiene la
clase obrera sobre el modo de producción actual. No se concluye de esta
denuncia que no haya que participar en las elecciones. Lo digo incluso tomando
como puntapié la falta de perspectiva o esperanzas que se tiene en los
resultados electorales como superación a la crisis. Es cierto que en el período
de elecciones se exacerba el autoengaño de la “participación”, y es el momento
en que un programa obrero puede presentarse en debate con mayor alcance, pero
no concuerdo como me dijo un compañero que la gente cree que con las elecciones
está cambiando algo, por lo menos no ahora en medio de esta crisis económica y
política donde el “Cristina volvé” no apareció con la fuerza suficiente como
para que siquiera fuese candidata. Más bien es ésta la desmoralización que se
percibe en las masas, la de sentir que ningún cambio de fondo va a ocurrir
luego de ir a votar. A modo de ejemplo en el día de ayer una asamblea de 150
vecinos de Villa Elisa-La Plata, como producto del apagón de 4 días, sacó un
reclamo de estatización de los servicios públicos, de que la indemnización sea
utilizada en fines que los vecinos dispongan y con control vecinal en su
ejecución. Algo que se da de bruces con esperar a que las elecciones resuelvan
algo. El único que habló proponiendo eso, fue Luis Arias candidato que va en
las listas pegadas a F-F.
La postura del reflujo increíblemente también
me la encontré en relación al movimiento de la mujer como explicación al
llamado a un plebiscito contra el aborto luego de la movilización más
importante en la historia del país en este sentido. Hay una frase que dice “ojo
con lo que pides porque puedes obtenerlo”. Por suerte no tuvo repercusiones, la
que faltaba era no obtener la mayoría en ese plebiscito nefasto. Me resultó
demagogo, peligroso y sin funcionalidad alguna esta iniciativa. Recuerdo cuando
hace años discutimos internamente contra la postura de cupos femeninos dentro
del partido, y hoy nos encontramos con que el movimiento por los derechos de la
mujer contiene un vacío de consignas, donde hoy la postura feminista es contra
el “patriarcado” y no contra el capital. Esto es sumamente peligroso, al punto
de que si existe la trata de mujeres sostenido desde el aparato policial,
judicial y político, y ni hablar del nivel de abuso y trata de menores (creo en
este punto que el partido estuvo flojo en las denuncias que surgieron de los
clubes de futbol que justamente pueden servir para mostrar la limitación del
problema de género), nunca se va a acabar con la opresión contra la mujer.
Christine Lagarde la directora del FMI escribió un libro en que cuenta cómo se
plantó frente a este machismo y patriarcado para poder ascender, y se convirtió
en un referente para todo el feminismo corporativo y emprendedor tan en boga.
Por eso respiré cuando leí la nota en la EDM de Altamira “Una delimitación
clara con el feminismo de género” con señalamientos que realmente están
ausentes en la mayoría de las cosas que circulan sobre el tema dentro del
partido y de la campaña. Esto no quiere decir que no haya una cantidad de
militantes dentro del partido que pelean contra las posturas feministas, pero
no aparece de manera programática. Frente a esta crítica que ya hice en
diversas discusiones con compañeros me dijeron “leé los 20 puntos del FIT”. Los
leo y vuelvo a decir lo mismo.
Hace años, cuando militaba en Económicas y en
la FUBA en que no hacía mucho la habíamos recuperado de manos de la Franja, fui
a un Encuentro de la Mujer sola como única representante del PO en la
universidad. Viajé con un micro con todas compañeras de la Venceremos y a la
vuelta presenté un informe señalando lo despolitizado de la postura de mis compañeras
universitarias que no querían viajar porque decían que “estaba llena de
feministas”, y remarqué que se trataba de un encuentro que no era de mujeres
sino de activistas. Creo que esa despolitización del momento que no lograba
zanjar con claridad la problemática de la mujer, es similar a la actual, que no
logra delimitarse de manera marxista con el movimiento feminista actual. Pero
creo que sólo en el PO existe la potencialidad de militantes y de formación
para lograr hacerlo. Por eso me preocupa todo lo que está pasando dentro del
partido. Porque veo en algunas intervenciones cierto temor a la iniciativa, y
es lo que lleva a que al revés, la iniciativa surge de movimientos
despolitizados de los que luego cuesta delimitarse, se termina siendo furgón de
cola, y de ahí la necesidad de apelar a la demagogia y a la adaptación.
Creo que por un lado cierta deformación
teórica es uno de estos causantes. Cerca del 2001 se intentó relanzar la
universidad obrera, y no se logró, se vivía de mañana a noche en una actividad,
reunión, calle, frente, pero creo que luego sí era el momento de hacerlo.
Mientras que generaciones anteriores pudieron formarse en la clandestinidad,
las generaciones de la democracia tenían que laburar, militar abiertamente y
estudiar. Claramente no se puede lograr todo tipo de formación y de acción en
un solo individuo, por eso esto se reconstruye en lo colectivo. El partido no
es una suma de individualidades, es una agrupación, y requiere por tanto que
algunos militantes se aboquen más a algunas actividades y otros a otras. Y por
eso mismo el señalamiento de que todos estos años la actividad del partido se
concentró en JA es falso. Los frentes tenían sus propios debates, escribían en
el periódico frente a los conflictos, se acudía a diferentes compañeros para
saldar dudas de cómo intervenir. Me resulta insultante y falso para el conjunto
de la militancia que se diga eso.
Será resultado de un debate las
características de esas actividades, pero hacer esa división entre combate y
propaganda desde el partido y no desde la división de tareas hacia dentro de la
organización creo que es un peligro, y de nuevo, recae en el luchismo y el
voluntarismo de la militancia. Creo que el señalamiento de que dentro de la
fracción pasan de una postura a otra, es resultado de esta deformación,
descontextualización de cada una de ellas, un vaciamiento de contenido de lo
que se expresa, y una tergiversación a veces malintencionada de las
conclusiones presentadas.
Es en este sentido que decir que “es
sistemática de parte de Altamira la caracterización de que lo que le vale al
Polo Obrero no le vale a los trabajadores ocupados” me resulta puramente
tendencioso sobre la base de la experiencia histórica que demostró JA, e
incluso de carácter irrespetuoso y hasta de una crueldad que me cuesta
reconocer, entre otras acusaciones. Mismo que en el contexto de la discusión
sobre la paritaria universitaria cuestioné que firmarla por la diferencia de
las 1000 rentas para los ad-honorem me recordaba cuando el estado otorgaba un
puñado de planes para miles de desocupados con la intención de generar crisis
internas dentro de las organizaciones, desarrollar aparatos punteriles y
cooptar al movimiento. Mi analogía apuntaba a que en un escenario de
desvalorización acumulada del salario, repudio al gobierno, campaña electoral,
se trataba de herramientas que funcionaban como una prebenda para la
cooptación. A partir de eso en el grupo de delegados de CBC, IC me respondió
entre otras cosas que “hay que tener cuidado en asemejar un plan trabajar con
una renta para los que desarrollan la misma actividad que un rentado, pero sin
salario y en general por mucho tiempo”. Está claro y estoy de acuerdo que
categorías diferentes responden a diferencias cualitativas, pero esto no anula
la analogía a la que apuntaba yo, y en todo caso no comprendí totalmente la
respuesta, siendo que un desocupado es alguien que no puede vender su fuerza de
trabajo al lado de alguien que sí puede, por lo que remarcar la diferencia con
un asalariado de esta manera bien podría tomarse de manera capciosa como una
descalificación a los desocupados. Como sé que por parte de IC y de otros
compañeros que militan hace años no existe la intencionalidad de
menospreciarlos no lo desarrollé en ese sentido ni respondí nada. Por eso encontrarme
con esa sentencia dentro del documento me resultó indignante, y sumamente
capcioso por parte de compañeros que debieran tener otro reconocimiento y
respeto por organizadores históricos del Partido Obrero.
Por otra parte no coincido con la exclusión
del debate político a la periferia y la acusación de que JA lo abra en
Facebook. Una cosa es la discusión de temas más personales y susceptibles de
ser utilizados malamente por algunos sectores como el tema de las rentas o los
abusos como hace el documento del CC. Y otra cosa es el propio debate político.
Un partido que pretende ser la dirección obrera no puede no involucrar al
conjunto de los trabajadores al debate, éste de hecho debe surgir de la
problemática de los trabajadores para transformarla en un programa socialista,
y no presentarlo como algo estático, sin dinámica e impuesto. Es más, en
situaciones como éstas es cuando más debe impulsarlo, tratándose de una crisis
histórica que nunca antes se había manifestado en el seno del partido, siendo
que por el contrario yo vivencié cierto “abroquelamiento” pincelado de
amiguismo, un encierro donde nadie explicaba cuando interpelaba y que se hizo
más explícito en el “acá no hay un debate político, es pura lucha personalista
por la candidatura”. Digo más, apelo incluso a que los externos,
siempre y cuando simpatizantes, al estar desligados de odios personales que
surjan de la cuestión cotidiana que hoy está vivenciando todo militante, en
tanto que pretendan realizar una crítica constructiva, pueden aportar alguna
visión objetiva y desatendida de todo interés personal, material o cual fuere,
que perturbe consciente o inconscientemente la postura política a tomar. Y esto
no es menor, el amiguismo como vinculo político se exacerba en estas ocasiones,
y más que una posibilidad de reforzar y personalizar el vínculo gracias a la
actividad política conjunta, es más bien su inverso, el vínculo es el que
refuerza la postura. Y no es casual que esto devenga en actividades
desorganizadas o más deprimentes en algunas regionales (como me lo manifestaron
algunos militantes) en relación a aun actividad social que pasa por fuera. Y no
concuerdo con que es la interna la que deprime, lo que deprime es no lograr
resolverla, ni superar el diagnóstico desmoralizado, lo que se choca entonces
con que las manifestaciones más activas, creativas y dinámicas aparecen más
bien desde el movimiento y no desde su vanguardia. Si el partido no logra
posicionarse como vanguardia de las luchas, y si al hacerlo no se afirma a sí
mismo en su orientación socialista, es muy difícil que los militantes puedan
afirmarse a sí mismos en su acción y mucho menos sentirse feliz ahí antes que
en otra instancia de sus vidas.
Entiendo que pueda haber una necesidad de que
el partido tome cierta dinámica en cuanto a su organización, modernización,
etcétera que a veces choca con generaciones previas, y que también existan una
cantidad de críticas a realizar, pero esta necesidad debiera resolverse de otra
manera. Si no, la mentada juventud no sería más que un rasgo de una vejez
prematura.
Estoy segura que no en todos los compañeros
juegan las mismas razones para defender tales posturas. Calculo que en algunos
abunda la especulación, pero en otros el convencimiento, aunque en otros puede
haber mezcla de resentimiento personal por la imposibilidad de argumentar
políticamente o expresar alguna necesidad, en otros la simple desmoralización y
agotamiento, o la deformación política y la confusión respecto de lo que se
está discutiendo de fondo, es acá donde el aparateo interviene con fuerza. Pero
sé también que es necesario para muchos salir de cierta intuición de que algo
es por lo menos confuso o no tan tajante, a romper con lo prestablecido como
certero, porque en definitiva esa es la condición necesaria de un marxista.
Porque sé que el socialismo es la necesidad
hoy, y más allá de que sea externa creo que este partido tiene la potencia para
acercarnos en este sentido, y entendiendo al amor como una afirmación, una
empatía, amo el marxismo, amo este partido que formó y forma parte de mi vida,
que fue mi familia en momentos de desahucio y le dio una comprensión social a
padecimientos personales o familiares, que me hizo conocer gente que adoro, y
que por eso todo esto me generó un vacío intenso, porque lo vivo como uno de los
duelos más grandes de mi vida, pero también creo que los duelos son
esclarecedores, y de última de esto se trata, como decía Trotsky “la verdad es
el motor de la historia”.
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Tomado de su facebook del día de la fecha 1 julio 2019.