domingo, 27 de febrero de 2011

2011: Rebelión y revolución en un solo cuerpo

[Colectivo Signos del Topo]


No queremos menos que manifestar nuestro entusiasmo, admiración y solidaridad incondicional con las masas de trabajadores, trabajadoras y jóvenes de todo el mundo que con su acción están tirando al basurero de la historia frases como “la gente está domesticada” y “el capitalismo entra en crisis pero después resurge como el fénix”.

No: nada era como “parecía”, y nada volverá a ser ya como era.

A comienzos del 2011, la rebelión y la revolución van entrelazando sus manos como partes de un mismo cuerpo, al calor de una realidad básica y profunda: el terremoto del Kapital y sus réplicas. Y con su fuerza poderosa, rebeliones y revoluciones comienzan a hacer estallar algunos eslabones de esta gran cadena capitalista, “materialidad” que no podrá encontrar, de aquí en más, reparo suficiente ni calma duradera.

Hace apenas 92 años, refiriéndose a la situación tras la Primera Guerra y la irrupción de la revolución social en Rusia y Alemania, Rosa Luxemburg decía en un manuscrito inconcluso de 1918: “Las condiciones de la lucha por el poder son tan favorables a la clase en ascenso como nunca antes lo fueron en la historia mundial. [El poder] Puede caer como un fruto maduro en las manos del proletariado. La dificultad reside en el proletariado mismo, en su falta de madurez, o mejor dicho en la falta de madurez de sus líderes, de sus partidos socialistas. La clase obrera se resiste, retrocede sin cesar frente a la incierta enormidad de su tarea. Pero debe hacerlo, es su deber. La historia le cierra toda escapatoria a su deber de llevar a la humanidad degradada, de la noche y del terror, a la luz de la liberación”.
Y también sirve recordar hoy el “Manifiesto Inaugural” de la Asociación Internacional de los Trabajadores (1864), que entre otras cosas enunciaba el porqué asociativo fundamental de su llamado: “La clase obrera posee ya un elemento de triunfo: el número. Pero el número no pesa en la balanza si no está unido por la asociación y guiado por el saber. La experiencia del pasado nos enseña cómo el olvido de los lazos fraternales que deben existir entre los trabajadores de los diferentes países y que deben incitarles a sostenerse unos a otros en todas sus luchas por la emancipación, es castigado con la derrota común de sus esfuerzos aislados...”.

Dicho de otro modo: así como no basta con el conocimiento y la conciencia (o el “saber”) para estar y permanecer vivos y saludables, así tampoco basta con conocer la realidad proletaria y del mundo y ni siquiera reconocer que somos muchos, para cambiarla: tenemos además que poder asociarnos, unirnos en la lucha.

Resulta obvio que en muchas partes del planeta las masas explotadas y oprimidas demuestran en la calle, sin prisa y sin pausa, que lo que modela y determina ineluctablemente sus movimientos, sus propios terremotos en el terreno mismo de la crisis capitalista, son sus necesidades profundas (las elementales, y las no tanto), su realidad circunstancial y la experiencia histórica, así como los niveles desiguales de su conciencia política y social actual.

Por esto mismo, a la vez que expresamos nuestro más profundo repudio a quienes respaldan (sea frontalmente, sea ambiguamente, sea “diplomáticamente”) a genocidas como Kadafi, aliándose de ese modo objetivamente con el imperialismo internacional (¡aunque pretendan hacer creer lo contrario!: Castro, Chávez), decimos que es posible extraer una conclusión fundamental: el principal aporte a la lucha heroica que sostienen hoy los trabajadores de Libia, de Egipto y del resto del mundo debe ser, al mismo tiempo que responder a sus llamados de solidaridad y apoyo concreto, hacer lo necesario para concretar esta unidad de acción proletaria internacional, revolucionaria y socialista (por lo demás: antiburocrática, ya que ¡es mucho lo que se puede aprender de lo vivido y sufrido durante el siglo pasado!), que reivindicando y respaldando en todas partes la insurrección obrera y popular, la revolución y la toma del poder por el proletariado sin sustitución posible, sirva a la lucha de las masas y a los fines de hacer brotar de las ruinas del capitalismo el socialismo, la igualdad y la libertad, es decir la dignidad humana en todas partes sin excepción.

¡Unidos en la lucha, hasta la victoria siempre!


Signos del Topo (creaciones / críticas / culturas)

(Buenos Aires, 26 de febrero de 2010)

miércoles, 23 de febrero de 2011

El Primero de Mayo de 2010 en la Argentina

(por: DB-AA)

(INFORME DE SITUACIÓN)

    Mil maniobras y peleas y acuerdos e imposiciones; jugadas sucias, decretazos de urgencia y arreglos a última hora sobre y bajo la mesa. Recurso a la judicialización de la política. Hipocresía descarada. Patoteadas y demás. Es decir: pura politiquería (parlamentaria y extra-) de la peor y más reaccionaria especie, caracterizan –en la superficie más visible, ya que no en lo sustancial– este periodo de la era kirchnerista, que tiene tres grandes protagonistas de fondo: por un lado el gobierno y la oposición burguesa –esta última con los grandes “medios” a su servicio– en un permanente tira y afloje por el mejor dominio de la situación (incluido el posicionamiento hacia las elecciones del 2011); y por el otro (más allá del ejercicio circense de las disputas intercapitalistas) los trabajadores ocupados y desocupados que se organizan y luchan, con el apoyo de las agrupaciones de izquierda.

    Las masas pauperizadas de la ciudad y el campo son por ahora convidados de piedra (y de miseria) en este panorama, aunque como ha quedado demostrado en el 2001, son unos “factores de riesgo” permanente para el poder establecido y periódicamente dan prueba de ello en su participación en rebeliones barriales y puebladas de diversa índole.
    Los grandes centros de poder capitalista e imperialista (y sus embajadas) ponen los huevos en las canastas que más les conviene. Nunca han dejado de hacer tal cosa. Intentan no descuidar a sus mejores aliados, ya estén en el gobierno o en la oposición: por eso Kristina puede ocupar el lugar que ocupa en el momento político actual (incluso internacional): sin el respaldo “político” del gran capital, el gobierno tendría las horas contadas.
    Queda claro que los bloques capitalistas (gobernantes y dominantes), a pesar de tanta parafernalia e irritación, coinciden en salir del “default”, pagar la deuda “eterna” (completamente ilegítima, fraudulenta y, en tanto que sangría del pueblo, criminal) con o sin reservas del Banco Central, y descargar la crisis sobre los trabajadores (mediante la inflación, las paritarias acotadas y/o frenadas y dilatadas en sus tiempos, el trabajo precario y una más que escasa e irrelevante “ayuda social”, expresión patética del “reparto de riqueza” kirchnerista, apoyada por los “piquetruchos” –“piqueteros” cooptados), beneficiando a los capitales (incluidos los especulativos a lo “buitre”) para intentar una recomposición o equilibrio de una Argentina capitalista “gobernable”, capaz de sortear estos tiempos de crisis mundial.
    Pero una cosa son los sueños de “paz social” y otra “la verdad de la milanesa”.
    El “justicialismo” de Eduardo Duhalde, Rodríguez Saá y, luego, los Kirchner (una vez dejado a un lado el lastre del menemismo) con el apoyo político de los ex aliancistas (que en la etapa anterior formaron el fracasado y criminal gobierno delarruista), los ex izquierdistas y otros “progres”, vinieron a cumplir la tarea que mejor saben hacer: por el camino de las elecciones democráticas y el gobierno así legitimado, regimentar a fondo a las masas trabajadoras (buena parte de ellas de compleja sujeción “peronista”), con el objetivo de salir del marasmo expresado popularmente en los saqueos a supermercados, el levantamiento popular, la toma de fábricas y empresas, las asambleas populares, la auto-organización de los barrios y la deliberación política. Y lo hicieron embanderados con la defensa de los derechos humanos, la lucha contra la corrupción, el asistencialismo promisorio, el "aumento de salarios", la “reactivación económica”, etc. Es decir, otras tantas formas de la “promesa” siempre incumplida de un bienestar y justicia sostenidos en el tiempo.
   Eso es todo lo que, justamente, está hoy en crisis. La tarea sucia no les ha resultado sencilla ni exitosa.
   ¿Cómo paliar la crisis, salir del default, pagar las deudas y “sanear” los capitales y las administraciones, dejar que medren los capitales especulativos y seguir haciendo buenos negocios “nacionales y populares”, sin tomar medidas antipopulares? Es por esto que el gobierno debe hacer malabarismos para no perder su precario apoyo en aquellos sectores que para nada están “cautivos” de su voluntad… sino más bien irritados, indiferentes o alterados por una situación inestable.
    El Año del Bicentenario (es decir, el aniversario de la Argentina como “nación independiente”) le sirve de marco propagandístico y encubridor a esta política de franca supeditación a los dictados del Capital. Y ciertamente le propina un buen servicio propagandístico, aunque, insistimos, la precariedad marca todos estos “momentos” de la disputa capitalista por mantener "la casa en orden" en el momento de la limpieza (ajustes varios).
    Si hay algo en lo que están de acuerdo todos los que no quieren sacar los pies del plato capitalista (incluidos los “progres” como Pino Solanas) es que las cuentas (capitalistas y las del Estado) deben “cerrar”: así (según pretenden ilusionar a los incautos) se abrirán las compuertas del bienestar para los trabajadores. Ilusión o no, quienes apuestan por este “orden” no sabrán nunca cómo resolver la manifestación local de la crisis capitalista mundial.
    Las medidas antipopulares del gobierno (la inflación, la tendencia a la caída del salario, el trabajo precario y en negro, el pago de la deuda “eterna”) y las disputas varias (por los fondos de cooptación política del “impuesto al cheque” y otros, por las “retenciones” e impuestos, por la regimentación de los sindicatos), cuentan con el apoyo, por acción u omisión, de la burocracia sindical y los sectores “progresistas” y reformistas. El salario promedio del 70 por ciento de los trabajadores ocupados no llega a los 2.000 pesos, cuando la canasta familiar es calculada en casi 5.000 pesos. En la Argentina del 2010, aunque las cifras son trucadas o “relativizadas” por el gobierno y sus opositores burgueses, prácticamente LA MITAD DE LA POBLACIÓN vive en la pobreza, en la precariedad, en la miseria y en la indigencia, es decir: unos 20 millones de seres humanos. Esto sucede en la Argentina cuyos spots televisivos oficiales rezan: LA ARGENTINA TRABAJA.
    Es en este panorama donde no hay que olvidar el papel criminal que juegan las burocracias sindicales: la burocracia de la CGT así como su ladero “progresista y democrático”, la de la CTA, que también viene piloteando, maniobrando para no sacar los pies del plato, frente a los reclamos de la “base”. En la Argentina de 20 millones de empobrecidos y miserados, las centrales sindicales “justicialistas” y “democráticas” no llaman ni a una mísera movilización, y menos aun a una huelga conjunta, ni siquiera de “protesta”.
   La mayoría política (y buena parte de la población media que lleva un relativo “buen pasar”) intenta que no sea “en la calle” donde se diriman estas cuestiones, sino en el Parlamento y en las mesas de acuerdo y de negociación, mesas en las que no participan, por supuesto, en forma directa y decisiva los principales afectados: los trabajadores ocupados y desocupados, y sus familias.
   Ante este panorama, la pregunta cae de madura: ¿quién defiende, efectivamente y en la lucha y en la calle, los intereses de los trabajadores y las masas populares, en esta Argentina de dos grandes bloques políticos dominantes, ambos profundamente ANTIDEMOCRÁTICOS? La respuesta: “aquello” que podríamos llamar básicamente “resistencia obrera y popular” (de matriz predominantemente anticapitalista) que a pesar de su relativa dispersión e insuficiencia, logra sostener en el fiel de la balanza de la lucha los intereses de los explotados, nucleando y organizando a no pocos de los afectados.
    Luchas por el salario y los derechos laborales, comisiones internas en fábricas, en las empresas de servicios y en los organismos estatales, lucha por sindicatos democráticos y lucha antiburocrática incipiente o declarada, piquetes de reivindicación y de reclamo directo, luchas masivas por la educación y la salud, medidas de fuerza triunfantes o parciales, órganos y organizaciones barriales por diversas reivindicaciones, emprendimientos autónomos o de autogestión, centros universitarios y estudiantiles con efectiva militancia anticapitalista, paros y tomas de empresas o edificios, empresas recuperadas en lucha, asambleas barriales activas, movilizaciones callejeras, organismos de derechos humanos, organismos colectivos de movilización y lucha (como los intentos de asambleas de trabajadores, los bloques piqueteros, y como el Encuentro Memoria Verdad y Justicia en el campo de los derechos humanos y sociales), todo ello existe en la Argentina y es la manifestación general, aunque más o menos dispersa, de una resistencia y organización efectivas y de batallas que se vienen dando sin haber sido derrotadas ni aplacadas, en muchos de los terrenos donde la vida y la existencia real de los explotados son atacadas.
   Experiencias vivas de lucha (como las anteriores al 2001) que deberán confluir en un gran movimiento masivo, para que las clases explotadas encuentren la única salida posible y deseable: el gobierno de los trabajadores, la revolución proletaria, el camino a la liberación de los explotados y oprimidos por el Capital.

LA PLAZA DE MAYO ES DEL PUEBLO QUE LUCHA

    La Plaza de Mayo de Buenos Aires es la plaza de las gestas populares, de las movilizaciones reivindicativas y de masas, de la huelga política, de la resistencia obrera y popular a las dictaduras, a las democracias antiobreras y a los crímenes sociales y políticos de la clase explotadora.
    Todos los Primero de Mayo, con mayor o menor éxito y desde hace muchos años, la Plaza es, políticamente hablando, de la izquierda y de los trabajadores que la integran o acompañan.
Si a nivel simbólico algo señala la incapacidad medular del peronismo actual de levantar las banderas obreras y sus intereses de clase, es este “abandono” de la Plaza. Hace mucho que el peronismo (“Justicialismo”), a pesar de sus éxitos en regimentar a la clase obrera, hizo abandono de la lucha. Sus movilizaciones, salvo excepciones, suelen estar dirigidas a estadios de fútbol o centros de reunión acotados, en momentos preelectorales, etc. O cuando movilizan adeptos tras “movidas” de intereses parciales, en beneficio de sus “capomafias”. Todo ello bien regimentado por “punteros” y apuntalado por patotas conformadas a partir de variopinto “marginalismo”.
    Últimamente, el kirchnerismo han realizado algunos intentos de recuperar cierto protagonismo “callejero” y simbólico, pero han fracasado rotundamente, a pesar de ciertas apariencias o denuncias opositoras: su política antipopular de base teje una ristra de explosivos contra sus propios intentos de unidad y cohesión.
    Ante este panorama, lo que resulta indispensable, y lo que puede resultar decisivo, es que cada uno de los agrupamientos de base anticapitalista que mencionamos, tenga la capacidad de anteponer la fuerza colectiva a su interés grupal particular. Ya una tendencia unitaria en sí misma, si se puede decir así, queda expresada en el solo hecho de realizar una convocatoria a un acto único en Plaza de Mayo por la independencia de clase y el gobierno de los trabajadores (es decir: por una alternativa política e independiente protagonizada por los sectores luchadores de la clase obrera, y en perspectiva del proletariado). Las tendencias divisionistas también se expresan: en las disputas partidarias o de agrupaciones en torno a la “representación” que se dirimen en términos de supuestos “derechos” de “dirigencia” o “representación” o “antigüedad” o “numerosidad”.
    Los socialistas revolucionarios debemos “predicar con el ejemplo"; debemos ir a la Plaza de Mayo, en el día de la lucha internacional de los trabajadores, en solidaridad, apoyo y fraternización unitaria con todas las luchas, aquí y allá, que se están dando en el mundo entero, contra las fronteras o límites (reales o ficticios) que pretende imponer el Capital a la unidad internacional de los proletarios.

En este Primero de Mayo de 2010 nuestras consignas son:

-Aumento inmediato de salarios. Salario mínimo igual al costo de la canasta familiar (a la fecha: $5.000).
-Jubilaciones y pensiones acordes con las necesidades y el costo de la canasta.
-Indexación automática de salarios ante la inflación.
-Ningún desocupado. Reparto de las horas de trabajo sin quita salarial alguna.
-Ningún despido. Ningún cierre o vaciamiento de empresas o fábricas. Posesión y puesta en funcionamiento por los trabajadores de toda empresa que cierre o despida.
-Atención privilegiada e INMEDIATA a la población en situación de “indigencia” y de desprotección o insuficiencia alimentaria, sanitaria, habitacional, etc.
-Por la lucha por trabajo, salud, educación, esparcimiento y vivienda dignos para todos.
-Por la organización y el funcionamiento asambleario e igualitario en todos los sitios de trabajo, educación, ocupación y habitat.
-No al pago de la deuda eterna con los capitalistas internos y externos. Desconocimiento total de la misma.
-Apoyo activo a todas las luchas justas, anticapitalistas y antimperialistas del mundo.
-Que la crisis la paguen los capitalistas.

Nuestros objetivos:

Por la unidad de los explotados y el internacionalismo proletario.
Por el gobierno de los trabajadores.
Por la revolución y el socialismo internacional.
Por la abolición de la propiedad privada.
Por la superación de la sociedad dividida en clases.
Por el fin de toda explotación y toda opresión.
Por la igualdad, la fraternidad y la libertad.


TODOS A PLAZA DE MAYO.

“PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÁMONOS”

Buenos Aires, 1º de mayo 2010.

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[Puesto a consideración de compañeros en discusión.]