martes, 21 de mayo de 2019

PTS insiste con un "balance derrotista" de las elecciones en Córdoba

[ Publicación Nº 8 ]
[Por: Marcelo Ramal, 21 mayo 2019]
[Tomado de su página en Facebook.]

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Las elucubraciones de Pistonesi

Es curioso el modo que elige el dirigente del PTS Guillo Pistonesi para abordar la cuestión de las elecciones de Córdoba, cuando quiere polemizar con el balance que publicó Jorge Altamira. Pistonesi afirma que “Sin lucha de clases y sin partido, las crisis son resueltas en forma reaccionaria”. Recuerda luego ¡a Bolsonaro!, y agrega que, la “pasivización (sic) de la masas, permite el ascenso de demagogos de toda calaña”. 
Pistonesi adhiere así, sin mencionarlo, a la tesis del ‘anti-cordobazo’, que significaría que la crisis de gobierno, régimen político y estado que atraviesa Argentina se habría resuelto, y encima de un modo contrarrevolucionario. Apenas una semana después de la victoria de Schiaretti, la crisis dio otra vuelta de tuerca con la pirueta de Alberto-Cristina, mientras los conflictos y las luchas prosiguen, en forma dispersa pero constante, en todo el país. En Argentina no se ha “resuelto” ninguna crisis, e incluso lo mejor está por venir. Los bloques patronales se arman y desarman con sorprendente velocidad. ¿Quién se acuerda hoy de los “diez puntos” de Macri? De otro lado, es cierto que, a la larga, es imposible que una crisis de conjunto tenga una salida revolucionara sin un partido obrero cada vez más fuerte, pero esto es precisamente lo que atiende el artículo de Altamira cuando desarrolla la necesidad de un balance de la política del FIT en el curso de los últimos años, y dejarse de macanear con la ‘pasividad’ de las masas cuando decrece la votación para la izquierda.
La autoridad que alcanza un partido o frente revolucionario no se disuelve como en la nieve apenas aparece una coyuntura negativa; la vanguardia de la clase no es tan casquivana, ni tampoco las masas. Cuando eso ocurre hay que investigar la política de ese partido: No se puede repetir como loro que sin partido no hay revolución victoriosa y rechazar cualquier balance sobre, en este caso el FIT, para entender los retrocesos. Las masas “pasivas” han sido parte integral de la crisis política con la movilización del 2x1, las huelgas y marchas de las mujeres y las jornadas del 14 y 18 de diciembre de 2017, varias ocupaciones de empresas y paros generales, sin contar las “rebeliones educativas”. No fue solamente la Bolsa de NY la que golpeó el plan del macrismo, sino por sobre todo la lucha. ¿Qué lucha? “La lucha de clases”. Pistonesi no lo recuerda, pero si entra a su posteo en el face de Jorge, el 24.3.17, encontrará que depositaba su expectativa de un éxito electoral del FIT en la provincia de Buenos Aires en que CFK no se presentara para la senaduría.

Crisis del proceso electoral

Para Pistonesi, las elecciones provinciales son otra expresión de conservadorismo y “pasivización”. Desprecia, por lo tanto, el conjunto de luchas desde el inicio de la gestión macrista y, por otro lado, el inmovilismo del FIT y el faccionalismo que lo atraviesa. El compañero elige sus parámetros. Las elecciones provinciales han expresado un realineamiento de fuerzas constante, en el campo de la burguesía, en comparación al acompañamiento al macrismo en las de medio término de 2017. Que son realineamientos inconclusos lo prueban los giros de último momento de una caterva de gobernadores y, por sobre todo, la acentuación de la crisis del proceso electoral. El intento de CK de saltar la ‘grieta’ parece haber entrado en crisis antes de arrancar, si se juzga por la reacción de los ‘medios hegemónicos’ y los círculos patronales. Veremos. Sea como fuere, cualquier tentativa de salida capitalista al derrumbe económico deberá desatar una mayor hostilidad de los explotados y la posibilidad de situaciones pre-revolucionarias. Tenemos por delante un ‘cordobazo’, no lo contario. Pistonesi (y muchos otros) no han advertido la enorme agitación que envuelve a todas las clases sociales en su conjunto, y que se manifiesta en los campos de la cultura, de la ciencia, la educación. Pistonesi ha sido ganado, por el contrario, a la tesis del “recambio ordenado”. Según su post, el macrismo planifica tranquilamente “un Cambiemos sin macri”, mientras el kirchnerismo y el pejota organizan su variante de “relevo”, etc. Este fatalismo reaccionario no se verifica ni en el Brasil de Bolsonaro, donde las revueltas educativas se combinan con augurios de golpe de estado, a favor y en contra del proto fascista.
En Argentina (y no solamente en Argentina) está en tela de juicio la condición del capital y de sus bloques para pilotear o encaminar este derrumbe, o sea, una cuestión de PODER POLITICO. Para esto no hay ninguna consideración o respuesta en el posteo de Pistonesi. La contradicción entre esa crisis de régimen, por un lado, y la percepción subjetiva de la clase obrera respecto de esa crisis, por el otro, es una constante en la historia de las revoluciones. Pero ese es el punto, justamente, donde intervenimos “nosotros, la izquierda”. Con una agitación política que de cuenta, en primer lugar, del antagonismo de las masas con el gobierno –Fuera Macri-. En segundo lugar, que le oponga, a la unidad nacional de los contubernios capitalistas, una deliberación popular que tome en sus manos las medidas más elementales para una transformación social –Asamblea constituyente soberana y con poder. Pistonesi nos baraja, en cambio, la fórmula del empirismo y la renuncia a elevar la comprensión y la conciencia política de las masas respecto de la crisis en curso. El prefiere las consignas determinadas por el “grado de conciencia actual de las masas”, algo que sólo podría llevarnos a reivindicaciones corporativas, parciales o puramente económicas. Desde que Lenin comparó a los economicistas con la gallina que nunca levanta vuelo, es muy claro que para los marxistas revolucionarios el papel de la agitación y la propaganda es el de LEVANTAR el grado de “conciencia actual”, con los medios adecuados. Con una grosera insistencia, Pistonesi le recuerda a Altamira que las elecciones son “BURGUESAS” (con mayúscula). Lo que nadie ha dicho es que esto justifique que el FIT recuerde su existencia en los períodos electores o que eso nos obligue a una propaganda electoral ramplona, despolitizada o alejada de los problemas estratégicos que plantea la presente crisis.

Carambola salteña

En una verdadera perla de su texto, Guillo caracteriza a la victoria electoral del PO de Salta en 2013 como resultado de una “carambola”, y podríamos alegar lo mismo para Mendoza o, recientemente, para Jujuy. Desde un punto de vista metodológico se prodría decir lo mismo de la Revolución de Octubre o China, “un falso comienzo”, como caracterizan algunos. La ceguera es enorme, porque en todos los casos se expresa una tendencia revolucionaria de las masas, histórica en los casos grandiosos. Esta conciencia, lejos de disiparse, tiende a reaparecer. Una crisis política integral o una conjunción de circunstancias puntuales, como la división del peronismo o la inexistencia de la UCR (en 2013), tienen el carácter de tendencias, y no pueden ser explicadas por el azar. Incluso el azar, por otra parte, es una expresión de la necesidad. 
Pero ¿A esto se reduce la valoración del lugar alcanzado por la izquierda revolucionaria en la Argentina? Se comprende ahora porqué Pistonesi le pedía a Altamira que no desafiara a Cristina a presentarse en 2017; buscaba otra carambola. El PTS, que tanto reniega del morenismo, se ha comprado una de sus tesis principales, la del conservatismo de la clase obrera, lo cual no le impedirá celebrar el 50 aniversario del cordobazo, con su secuela de rosariazos, tucumanazos o mendozazos. A lo que hay que agregar la huelga general de junio-julio de 1975, las luchas obreras contra la dictadura y el menemismo, el Argentinazo. El desarrollo de la izquierda revolucionaria y del activismo en las empresas y sindicatos entronca con esa historia. El Frente de Izquierda canalizó un intenso proceso de delimitación de una vanguardia obrera y juvenil respecto del nacionalismo que viene de la década pasada: se expresó en luchas obreras, conquistas de direcciones sindicales y estudiantiles, y tuvo su mayor manifestación en el movimiento masivo que terminó con el encarcelamiento y la condena a los asesinos de Mariano Ferreyra. Que Guillo ignore ese proceso político profundo es, en sí mismo, una aguda manifestación de electoralismo; gana el mejor ‘coacheado’.
Es por situar al FIT en el proceso general de la lucha de clases que siempre luchamos por imprimirle un carácter integral, y no restringirlo solamente al plano electoral. Pistonesi nos contesta: el frente único es “la exigencia a las direcciones conciliadoras de la unidad de acción”. El Pts impulsa el frente único con la burocracia, pero rechaza una acción política integral, discusiones mediante, con la izquierda revolucionaria. Luego propone un partido único sin delimitaciones políticas. Esto explicaría su promoción de un frente político con la burocracia de la COB boliviana, de duración efímera, o la tentativa de ingreso en el PSOL brasileño. Para todo lo demás, o sea, para el frente único de las corrientes revolucionarias o del clasismo, el Pts optó por promover un “campo de disputas”, o sea, el escenario de peleas faccionales. Cuando el Perro Santillán declaró en forma pública su apoyo al FIT, iniciamos con su corriente un debate político, a partir de puntos de principios – y por escrito. 

Córdoba, otra vez

Sujeto al corset del electoralismo, Pistonesi dice que “Altamira le atribuye el desplome electoral del FIT de Córdoba a una campaña feminista”. ¡Que forma tan vulgar de malversar una caracterización política! El señalamiento es otro: el FIT interviene en esta campaña electoral en forma improvisada, porque no ha existido como fuerza política única, ni siquiera en las elecciones precedentes. Este es el punto central. Incluso la vanguardia percibe que no capitaliza los progresos alcanzados y que su división se profundiza; no ha suscripto aún “un acuerdo integral” para la campaña actual. Por otro lado, la campaña del FIT en Córdoba no puso su centro en la crisis de régimen y en la cuestión del poder político. La campaña ignoró la cuestión de poder que plantea el desarrollo de la crisis política actual; en este punto el FIT alcanzó un frente único de hecho. La propaganda se ´desplomó ´ hacia las reivindicaciones de carácter corporativo , haciendo uso y abuso de la demagogia feminista. (“Con las mujeres al frente”, “ahora nosotres”). En Santa Fe, el FIT pretendió sortear el piso de las PASO destacando que la “la izquierda tiene que estar”, en una provincia sacudida por una inmensa crisis social y descomposición de todos los aparato estatales. Un Frente de Izquierda de combate habría llegado a las elecciones con toda una trayectoria de penetración política en las masas y con un programa discutido con una fuerte participación del conjunto del activismo. El balance que hacemos no carga la tinta en el episodio electoral sino en la estrategia de cómo se construye un Frente de Izquierda con alcances revolucionarios. 
Pistonesi afirma que Altamira busca “desacreditar al FIT .. en vísperas de una gran batalla político electoral contra los partidos capitalistas”. No vio la campaña de Altamira en los medios por el voto al FIT en Córdoba, difundida y “recomendada” por las redes del Partido Obrero. Lo de Pistonesi es un infundio; Altamira caracterizó el balance del PTS como “derrotista”, porque la autocomplacencia con una derrota sólo puede llevar a otras derrotas. La política de un partido o una coalición de partidos no se “prestigia” ni se “desacredita”, como los jabones y productos de consumo masivo. La política revolucionaria sólo puede progresar sobre la crítica de la actividad propia, en especial cuando hay una crisis política excepcional y “en vísperas” de otras y más importantes batallas. 
[21 mayo 2019]

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[Tomado de la página en Facebook de Marcelo Ramal.]